Sales deprisa de la habitación y corres a través de la bodega y de la cubierta tan sileniosamente como te es posible. Toni espera ansioso en el Luisa. Te ayuda a subir a bordo y pregunta:
-¿Era Silvia la que gritaba? ¿Qué ha pasado? ¿Dónde está?
-No lo sé -respondes sin aliento-. Llama al guardacostas y alejémonos del yate.
Mientras Toni corre a la cabina para poner en marcha el motor, tú permaneces en cubierta sin dejar de mirar al otro barco. Estás preocupado por Silvia.
-Los guardacostas estarán aquí en quince o veinte minutos -dice Toni.
-¡Quince o veinte minutos! -repites como un eco. Te parece una eternidad.
Y justo en ese momento ver aparecer a dos hombres sobre la cubierta del yate. Los miras con cuidado tratando de memorizar sus caras pero, al ver que los observas, uno de ellos saca un arma. Te tiras sobre la cubierta mientras Toni corre hacia la cabina, en el preciso instante en que el motor del yate se pone en marcha.
-¡Vamos a seguirlos! -grita Toni.
-¡No te acerques demasiado! -le adviertes.
El Luisa persigue al yate durante un buen rato hasta que por fin Toni grita:
-¡Van tan rápido que voy a perderlos de vista!
De repente, oyes disparos.
-¿Estás bien? -gritas a Toni.
-¡Son los guardacostas! -exclama-. ¡Los piratas han huido derecho hacia ellos!
Toni detiene el Luisa y esperáis a que los guardacostas alcancen el yate.
Una vez en tierra un oficial os agradece a ambos vuestra ayuda para capturar al peligroso pirata Pablo Suárez y a su hermano Gómez. Sonreís con orgullo, pero vuestra mejor recompensa es ver salir aSilvia del yate, sana y salva.
FIN